Macropintura
Galería Ponce+Robles, Madrid
Del 18 Noviembre al 12 Enero 2018
Hay al menos tres claves no evidentes que están “detrás” del trabajo reciente de Alejandro Botubol y que me gustaría comentar al principio, siquiera porque estar al aviso de su existencia quizá nos permita una disposición más tensa, ojalá que incluso más aguda, al acecho de cambios que ahora apenas aparecen apuntados. Como decía la perspicaz sensibilidad fenomenológica de Bachelard, sutil y vibrante frente a la crítica lógica de los hechos consumados y la obviedad de lo dado que tantas veces amenaza al comentario de arte, “cuanto más débil es el indicio más sentido tiene, puesto que indica un origen”.
La primera clave “oculta” que os propongo deriva de su reciente cambio de estudio. Aun compartiendo en buena medida a sus anteriores compañeros, procedimientos, materiales y estrategias de trabajo después del traslado, esa luz que su pintura convoca de manera constante, insistente, casi obsesiva, ha cambiado de fuente. De aquel antiguo gran taller de una imprenta, en permantente penumbra, tipología industrial y a ras de calle, donde todo foco luminoso era casi por necesidad eléctrico, Alejandro ha pasado a un espacio igualmente diáfano, pero en una planta alta y abierto al exterior a través de grandes ventanales; recientemente remodelado, con aires de diseño, sus paredes blancas y lisas reflejan con generosidad la luz solar, mientras una puerta le separa del resto de los locales, del mundo, a voluntad…
ÓSCAR ALONSO MOLINA